Desde
lejos se oyen sus lamentos
y hasta
las estrellas se estremecen.
Nadie les
va a ayudar.
El mar
calmo respirar no osa
para la
embarcación no volcar.
Pasan las
horas.
Pasan los
días sol a sol.
Pasan las
noches luna a luna.
Lloran las
criaturas
bebiendo
sus lágrimas.
Desde
lejos se oyen sus lamentos
y hasta
las estrellas se estremecen.
Nadie les
va a ayudar.
De costa a
costa la nave va
sin que
les dejen aprodar.
Gritan y
gritan las gargantas secas.
Y hasta
las estrellas se estremecen.
Nadie les
va a ayudar.
Y pasan
las horas.
Y pasan
los días.
Y pasan
las semanas
dentro del
inmenso mar.
Y lloran
las madres
por sus
criaturas que ya no respiran
y las
entregan al mar.
Grita el
grande silencio lunar.
Y la nave
vieja, rota, llena
de
moribundos seres humanos
al fondo
arenoso se va a posar.
!Oh tumba
benigna esa del mar!
Pensando en los prófugos Rohinga del Sudeste Asiático.
Foto: El
Mundo
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