lunes, 14 de marzo de 2016

LLUEVE EN IDOMENI

 
Y Dios queda en silencio
mientras les ve morir.
Uno y después otro y otro más
se van abandonando en el lodazal.

Y Dios queda en silencio
mientras les ve morir.

Niño a niño
muñecos rotos en un charco
languidecen bajo la lluvia.

Y Dios queda en silencio
recordando Auschwitz.

Abandonados a su suerte
hoy como entonces
los niños en los charcos
van a morir.

Y Dios queda en silencio
mientras les ve morir.

Padre ¿Porqué me has abandonado?
Musita alguno
mirando la lluvia caer.

Y responde el silencio
el grande silencio de Dios.

sábado, 5 de marzo de 2016

MISERIA DEL MAR DE LA OPULENCIA





Caminando por el laberinto

he visto volar gaviotas

sin que hubiera un mar azul.



Lanzábanse a pico sobre un agua gris,

gritaban felices en la tremenda fetidez

tal era la abundancia de comida

ahí por los humanos depositada.



Restos de una deslumbrante opulencia,

sobras de mesas navideñas

entre papeles y lazos dorados.



También en el laberinto

he podido asombrada ver

como no gaviotas, sino niños,

recogían huesos con alguna carne

papeles con algo de dulce,

muñecas sin ojos o sin un pie.



E igual que las gaviotas

los niños expresaban felicidad

y corrían de un lugar a otro

enarbolando papeles de color oro.



Y en el laberinto de cristal conviven

sin tocarse gaviotas, ricos y niños,

ignaros los unos de los otros.



Ceguera dada por la abundancia

que olvida que el peso de la riqueza

ha hundido naves de opulencia

en la historia de la humanidad.



De éste modo en la nave hundida

quizá solo las gaviotas y los niños

algo puedan encontrar entre restos

del naufragio de una ciega sociedad

que fuera próspera y ya no existe mas.





Poema de EL LABERINTO TRANSLÚCIDO DE ALICIA

viernes, 4 de marzo de 2016

VAGABUNDOS



 
 
 
Muerto estabas, amigo, me dijeron,
cuando te busqué en el parque habitual
 
te encontré entre otros vagabundos

con un número en la etiqueta del pie.



Un muerto mas desconocido en la morgue.


Muerto de esa muerte anónima y solitaria,

esa muerte de los pobres diablos como tú.


En aquel otoño malo y lluvioso

otros igual quedaron sin trabajo

sin porvenir y hasta sin hogar

en la fila del paro o cobijándose en un portal.



Por eso te encontraron en un cajero

durmiendo tu último sueño entre cartones

con una enigmática sonrisa feliz,

 una botella de vino peleón, y un can.



Misterio ante esa visita de la parca silenciosa

que te descubrió con una colilla apagada en la boca.


Ni tú lo aclaras desde tu inmovilidad horizontal.

Quizá moriste de ese suicidio lento,

muerte natural del que ya no espera nada.



Quizá quisiste romper muros con el puño desnudo

muros que eran de goma o de cristal, da igual,

muros de basura translúcida,

muros silenciosos, helados o tal vez ardientes,

muros inquebrantables e inamovibles.


Muros interpuestos entre uno y la humanidad

no cuando se quiere ser pez de pradera

sino solo un trabajador con dignidad.

De una parte la opulencia, de la otra la mendicidad.
 

Por eso te rendiste sin posibilidad de tocar  estrellas.


Quizá en tu último sueño con la colilla apagada

y la botella consumida en tu casa de cartón,

te permitió saltar a la otra parte y volar.

Dejar la fila del paro y ser por fin pez en la pradera,

mariposa en el mar y amante de las estrellas.



Te ha llegado el alba en la morgue

entre caras rígidas y cerúleas en fila.

Un rayo de sol ilumina al fin una sonrisa feliz.

Corres con tu can por celestes praderas.