Caminando
por el laberinto
he
visto volar gaviotas
sin
que hubiera un mar azul.
Lanzábanse
a pico sobre un agua gris,
gritaban
felices en la tremenda fetidez
tal
era la abundancia de comida
ahí
por los humanos depositada.
Restos
de una deslumbrante opulencia,
sobras
de mesas navideñas
entre
papeles y lazos dorados.
También
en el laberinto
he
podido asombrada ver
como
no gaviotas, sino niños,
recogían
huesos con alguna carne
papeles
con algo de dulce,
muñecas
sin ojos o sin un pie.
E
igual que las gaviotas
los
niños expresaban felicidad
y
corrían de un lugar a otro
enarbolando
papeles de color oro.
Y
en el laberinto de cristal conviven
sin
tocarse gaviotas, ricos y niños,
ignaros
los unos de los otros.
Ceguera
dada por la abundancia
que
olvida que el peso de la riqueza
ha
hundido naves de opulencia
en
la historia de la humanidad.
De
éste modo en la nave hundida
quizá
solo las gaviotas y los niños
algo
puedan encontrar entre restos
del
naufragio de una ciega sociedad
que
fuera próspera y ya no existe mas.
Poema
de EL LABERINTO TRANSLÚCIDO DE ALICIA
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